El Agua en Granada

 

El agua en Granada está ligada al origen de la vida desde la época nazarí.

 

De hecho, no sólo los árabes, sino todas las civilizaciones desde la prehistoria han dejado constancia del significado del agua y de su simbolismo y creencias.

 

En el mundo islámico existe una estrecha relación entre el agua y la creación.

 

El agua se considera la sustancia con la que Alá creó a la humanidad y a todas las criaturas.

 

Incluso se relaciona con la muerte, ya que el agua se consideraba a menudo un símbolo de resurrección o renacimiento.

 

En tiempos de Al-Andalus, se decía que había tres sonidos más tranquilizadores: el tintineo de las monedas, una voz querida y el sonido del agua.

 

A través del agua llega la curación, la prosperidad y la fertilidad, de ahí el poderoso significado del agua en Granada para la cultura nazarí.

El poder del agua en Granada

Debido a la extrema aridez del desierto, la cultura islámica siempre ha dado la máxima importancia a la gestión adecuada del agua como el recurso más valioso de la naturaleza.

 

No en vano, para los árabes y musulmanes, el agua era un elemento natural esencial, símbolo de la recompensa en el más allá, en forma de río o manantial, o como jardín.

 

Se considera que el agua refleja la omnipotencia divina, responsable de convertir un desierto en un paraíso con su sola presencia, otorgada por el Creador.

 

En la cultura islámica el paraíso perdido consiste en un jardín de la naturaleza que ofrece a la humanidad todos los bienes posibles y dota al agua de cualidades sagradas.

 

La importancia del agua en Granada durante el periodo nazarí, además, tenía un valor estético y paisajístico que se refleja en sus magníficos edificios, como la Alhambra de Granada.

 

Así, en la ciudad palatina, el diseño y la ingeniería se unieron para crear imágenes poéticas y estéticas, donde la arquitectura fluye sobre espejos de agua, fusionando el mundo celeste y el terrestre.

Estética del agua en la Alhambra

El agua en la Alhambra fusiona los ambientes interiores y exteriores.

 

Creando una fusión espiritual entre la arquitectura y la naturaleza, para hacer realidad el Paraíso tal y como lo define el Corán.

 

El Palacio de Comares es el mejor ejemplo del encanto de los espejos de agua, donde el agua encuentra la complicidad de la luz, el viento y la lluvia para hacer su magia.

 

En primer lugar, el tamaño del estanque o «albirca» refleja toda la arquitectura, las imponentes Torres de Comares guardianas del Salón del Trono; el máximo símbolo de majestuosidad del sultán.

 

En segundo lugar, el relajante sonido del agua, presente en casi todas las construcciones nazaríes, añade un toque refrescante, a la vez que evoca la tranquilidad de arroyos, cascadas, ríos y el mar.

 

El agua en Granada transforma cada espacio en un lugar paradisíaco que aviva los sentidos e infunde bienestar.

Salud y agua en Granada

Granada es, con diferencia, una de las ciudades españolas más influenciadas por la cultura árabe.

 

De hecho, la arquitectura de sus monumentos y tradiciones sigue presente en cada rincón de esta magnífica ciudad.

 

Un ejemplo perfecto son los baños árabes o hammanes, transmitidos por los musulmanes desde los baños romanos.

 

Para la religión musulmana, el ritual del lavado completo del cuerpo (abluciones mayores) es una tradición importante, por lo que los hammams se extendieron rápidamente por todo al-Andalus.

 

La renovación y el renacimiento a través del agua se consigue como resultado de la inmersión curativa.

 

En Granada había 21 hammames y no es de extrañar que hoy sea la ciudad de España con los baños árabes más antiguos y mejor conservados.

 

Conocido originalmente como Aammim Alyawza (Baños del Nogal), el Bañuelo es una reliquia de la Granada árabe del siglo XI perfectamente conservado.

 

En realidad, el Bañuelo es uno de los pocos baños que se salvaron de la destrucción de los Reyes Católicos.

 

Finalmente, en 1918 fueron declarados Monumento Nacional y, posteriormente, fueron restaurados por el arquitecto Torres Balbás.

 

Ciertamente, los romanos conocían las propiedades curativas del agua y aportaron importantes avances a través de sus impresionantes obras de ingeniería civil.

 

Pero, sin duda, fue la cultura de Al-Andalus y, sobre todo, el Reino Nazarí quienes perfeccionaron las técnicas hidráulicas y consiguieron sacar el máximo partido al uso del agua en Granada.

El mejor uso del agua en Granada

Los gobernantes de al-Andalus estaban especialmente preocupados por el suministro de agua para las ciudades.

 

Por ello, dominaron las técnicas y los conocimientos hidráulicos, heredados de los romanos, que trajeron a la Península y que, en su mayoría, perduran hasta nuestros días.

 

Algunos de sus ejemplos más destacados son los siguientes:

 

  • Qanat, pozo madre del que se excava una galería inclinada para que el agua fluya hacia el exterior. En la Alhambra hay ejemplos notables.

 

  • Cigüeñal, también llamado saduf, que aún hoy se utiliza en la Alpujarra para el riego de pequeñas parcelas.

 

  • Norias de sangre, utilizada en zonas de secano para concentrar y desviar el agua de los torrentes hacia los cultivos.

 

  • Zafariches o zahariches, del árabe sahriy, balsas con entradas y salidas de agua, que aún hoy se pueden encontrar repartidas por las zonas rurales.

 

  • Acequia o canal, del árabe sa ̄ quiya, su finalidad es conducir el agua por gravedad para el riego y otros fines, que en su forma tradicional se excava en tierra o roca.

 

  • Aljibe, («cisterna») estructura de ladrillo o teja utilizada como depósito de agua potable, alimentada por el agua de lluvia o por acequias externas.

La ruta de los aljibes

La pericia hidráulica y los logros de la ingeniería de los habitantes de Al-Andaluz se convirtieron en un legado que, todavía hoy, se refleja en palabras como ‘alberca’, ‘acequia’, ‘aljibe’…

 

Y, prueba de estas magníficas construcciones, aún se puede encontrar en El Albaicín.

 

En este histórico y encantador barrio de Granada, además de la Alhambra, podemos encontrar un elemento que lo define y distingue: los aljibes del Albaicín.

 

Construidos durante la dominación árabe de Granada, estas estructuras servían para almacenar y abastecer de agua a la ciudad.

 

Sin estos aljibes no hubiera sido posible el asentamiento de la población en la colina.

 

Los aljibes públicos permanecen hasta hoy y se consideran, junto con la Alhambra, uno de los elementos patrimoniales más característicos del Albaicín.

 

En la actualidad se conservan 27 aljibes, entre los que se encuentran algunos ejemplos muy conocidos.

 

En primer lugar, el Aljibe del Rey, con una capacidad de más de 300 m3, considerado el mayor de los aljibes musulmanes de Granada.

 

Otro ejemplo interesante es el Aljibe de San Cristóbal, al que sólo se puede acceder bajando una escalera a 6,30 m por debajo del nivel de la calle.

 

El agua en Granada ha sido siempre un elemento esencial que la ha definido estética, social y espiritualmente, y su influencia sigue siendo visible en cada rincón y en cada edificio.

 

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